
Desde primera hora de la mañana, Saturna rebanó el pan (una hogaza enorme que separó en lo que ella llama “migas” y “coscorrones”, la parte más dura de la corteza), troceó el pimiento verde y el tocino de veta y peló un par de cabezas de ajo.
Cuando todos los ingredientes estaban listos y la lumbre encendida (preparó las migas con fuego de leña) escogió una sartén grande y de paredes altas para comenzar a freír en abundante aceite de oliva de su tierra los ingredientes, por separado. Primero los pimientos y luego el tocino.
En el mismo aceite, retirando un poco de cantidad, frió los ajos con cuidado de que no se quemaran e incorporó primero los coscorrones y luego las migas añadiendo poco a poco agua y removiendo continuamente con una espumadera hasta que estuvieron en su punto, sueltas y doradas.
¡Era la primera vez que comía migas y estaban buenísimas! No sé si conseguiré repetir la receta de Saturna en casa ^_^